Sudores fríos, visitas constantes al baño, malestar general, decaimiento… ¿A quién no le ha pasado alguna vez que la “visita al señor Roca” o la “llamada de la tortuga” les ha venido de urgencia? Pues sí, en plena competición y sin previo aviso.

La mañana empezó divertida, nuestro compañero Kike había estado toda la noche vomitando y con diarreas, claro que a él, no le pareció tan divertido… Su cara lo decía todo, estaba desanimado, sin fuerzas y algo preocupado. La verdad es que a todo el equipo nos cogió por sorpresa y como es lógico nos preocupamos bastante. No era momento de venirse abajo, nadie dijo que esto fuese un camino de rosas. Cogimos los archiperres  y nos pusimos rumbo al puesto médico. Por experiencia, ya sabíamos que estas descomposiciones del estómago son muy comunes en competiciones de este tipo, hay que tener en cuenta que se ingiere y se gasta gran cantidad de nutrientes vitales para nuestro cuerpo y la flora intestinal no está preparada para tanto “trote”. Tarde o temprano te faltan vitaminas, sales minerales o electrolitos necesarios para seguir funcionando. Ya es duro pasar un día en casa tirado en el sofá con estos síntomas… pues ahora imaginaos corriendo por los Alpes, tu tercer día de competición, unos muy ricos 40 kilómetros. Solo nos quedaba esperar a que pasase rápido y que Kike pudiese terminar como una persona humana esta etapa.

El primer tramo de la etapa fue sin duda el más duro vivido por la pareja. Por lo pronto Kike tenía arcadas constantes, malestar general y muy muy lento. Tanto fue así que tuvieron al corredor “escoba” detrás todo el tiempo soplándoles la nuca. La entrada en ese primer punto de control fue a dos minutos del cierre y por tanto de quedar descalificados. Cuesta imaginar llegar arrastrándose a esa cima y saber que quedan otros 30 kilómetros para concluir ese calvario. A pesar de todo, la llegada al avituallamiento comenzó como siempre, atraco a mano armada, pero esta vez faltaba el segundo bandolero que tristemente se consolaba con un poco de bebida isotónica.

Con las pilas cargadas bajaron a un ritmo muy bueno, Kike iba ya mejor y podía empezar a correr con soltura. La moral empezaba a subir, ya no se querían matar el uno al otro y comenzaban a verse en el mismo bando, tirando de la cuerda en el mismo sentido. No duden que la tensión del primer tramo fue brutal, uno que no podía dar un paso, el otro queriendo tirar de él y eso durante casi cuatro larguísimas horas. Las emociones estaban a flor de piel y la impotencia, la desesperación y el cansancio eran muros constantes cada minuto. Se pasaron por sus cabezas muchísimos pensamientos. La descalificación o el abandono no entraban en sus planes, al menos sobre el papel.

El resto de carrera fue in crescendo, la llegada demostró la tensión acumulada, fue una de las llegadas más emocionantes del día. Hoy este tramo va dedicado Enrique Martínez, se lo merece. La lucha de hoy contra sí mismo, contra su compañero que presionaba, contra la montaña y contra el crono ha sido ganada por pundonor, garra y dos buenos huevos bien puestos. Todo un ejemplo de valentía y de honor. Chapó amigo Kike, well done.

Esta etapa ha sacado a relucir la dureza de la prueba, estos dos amigos de toda la vida se han dicho de todo, han llorado, han peleado, han tirado el uno del otro (y el otro de sí mismo), el abandono y la idea de retirada sobrevoló al equipo hoy, pero…

Señores y señoras, pasen y vean, el espectáculo no ha hecho más que comenzar.

¡¡ROCK & ROLL!!

Esperemos que con un poco más de suerte, para mañana nos toca otra fuerte:

Landeck (Austria) – Samnaun (Suiza)

Distancia: 45,70 Km

Desnivel positivo: 2861 m

Desnivel negativo: 1829 m

 

Pocas fotos de carrera por nuestros «problemillas» pero les dejamos la galería del día de hoy (pincha sobre la foto para ampliar)

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